viernes, 26 de diciembre de 2008

SAN JUAN EVANGELISTA Y LA VIRGEN DEL CONSUELO




Pocas imágenes han tenido tanto peso evocador en Cantillana como el de la fotografía de san Juan acompañando en el paso de palio a la Virgen del Consuelo. Una vieja fotografía en color sepia, datada posiblemente en la década de los veinte, que nos transporta a otra época, a otra semana santa, posiblemente más austera pero a la vez llena de encanto. Esa imagen ha sobrevolado durante mucho tiempo por los sueños de muchos hermanos del Consuelo. Llama la atención en esa imagen el diálogo silencioso y dulce de la virgen con el Evangelista en su duro camino del Calvario.

Poco sabemos sobre la vinculación entre ambas imágenes al margen de la estación de penitencia conjunta durante muchos años. Es posible que al no existir en aquellos momentos hermandades canónicamente constituidas, no existiera más que una vinculación cultual entre ambas. Desconocemos pues si esta asociación de ambas imágenes significaba a su vez una relación mayor, es decir que ambas tallas formaran parte del patrimonio de una misma entidad, o si sólo se producía para llevar a cabo el culto externo. Sabemos con certeza que se trataba de una talla de bella factura datada posiblemente en el siglo XVIII y responde a unos cánones clásicos muy del gusto sevillano, no en vano ese tipo de imagen lo encontramos en varias hermandades sevillanas como la de la Amargura. Hay datos que sitúan posiblemente a esa imagen de la fotografía con altar propio en la ermita de San Bartolomé, como lo atestigua un inventario de finales del siglo XVIII que recoge la existencia de un “Altar de San Juan, una imagen del santo, lámpara de metal y servicio completo”, de la misma manera que se recogen referencias a la virgen del Consuelo, a Nuestro Padre Jesús y al Cristo de la Vera Cruz.
Esta talla de notable factura del apostol se perdió posiblemente, como tantas otras obras de gran valor artístico y devocional, en los inicios de la Guerra Civil en julio de 1936. Nada sabemos de su último destino. Es curioso como algunos cantillaneros al descubrir la nueva talla en un anticuario lo relacionó directamente con el San Juan de la fotografía, no en vano la imagen presentaba un deterioro que podía tener su origen en los actos vandálicos de 1936. Los estudios posteriores nos habrán de revelar si existen o no diferencias significativas entre ambas tallas, pero por arte del destino nadie podrá evitar sentir que la nueva talla nos remite sin dudas a la añoranza de la imagen perdida, esa que durante años soñamos al observar la vieja fotografía, único testimonio de su existencia cantillanera.

Manuel Martín González

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